
Iorizzo suele descuidar la representación del detalle y por el contrario lo confía todo a una pincelada (o espátula) que bien podríamos definir como sumaria y rápida, que da al interlocutor el efecto sorpresa de un rostro inmortalizado en una expresión brusca y a veces acentuado por pelo al viento, labios retocados quirúrgicamente o un piercing particular. Pero hay otro detalle que encanta al observador: el protagonista de la obra siempre mira a alguien o algo que no vemos. ¿Quien esta viendo? ¿Qué mira? ¿Cuál es el mensaje que transpira o que sentimos deslizarse íntimamente dentro de nosotros? ¿No tienes la sensación de que cada rostro retratado por Michelino Iorizzo tiene algo que contar? / Iorizzo suele descuidar la representación del detalle y por el contrario lo confía todo a una pincelada (o espátula) que bien podríamos definir sumaria y rápida, que da al interlocutor el efecto sorpresa de un rostro inmortalizado en una expresión repentina y a veces acentuado por pelo al viento, de labios retocados quirúrgicamente o de un piercing en particular. Pero hay otro detalle que encanta al observador: el protagonista de la obra siempre mira a alguien o algo que no vemos. ¿Quien esta viendo? ¿Qué estás mirando? ¿Cuál es el mensaje que transpira o que sentimos íntimamente deslizándose en nuestro interior? ¿No tienes la sensación de que cada rostro retratado por Michelino Iorizzo tiene algo que contar?