Un erotismo con sabor mitológico se expresa a través de atmósferas enrarecidas, impregnadas de una sensualidad tangible. Tonos, texturas y geometrías expresan su alma lánguida, fortaleciéndose en acentos tono sobre tono de intensidad cromática o mediante contrastes cromáticos que atraviesan los escenarios propuestos. El efecto final se propone como el recuerdo enrarecido de una novela que induce sensaciones relajantes y lascivas, interrumpidas por gráficos mínimos y claros que diluyen la monotonía de la visión.